Sin duda alguna, todos hemos escuchado esta frase en más de una ocasión: «La verdad, duele». Es un tanto irónico, en el sentido de que la sinceridad es algo positivo y presuponemos que a todos nos gusta que nos digan la verdad, que no nos mientan.
Si alguna vez te han mentido estarás de acuerdo conmigo en que es una de las actitudes más desilusionantes que te puede ofrecer una persona. Sabemos que existen mentiras pequeñas, que uno puede olvidar fácilmente, pero hay otras que rompen por completo el lazo de confianza que pudimos construir a través del tiempo, con una persona.
¿Por qué hablamos de la mentira cuando el tema de hoy es la verdad?
Bueno, el punto es que si las mentiras son perversas y pueden llegar a doler a tal punto de llegar a desilusionarnos completamente de una persona ¿Cómo es posible que la verdad también pueda llegar a ser tremendamente desafiante, causándonos dolor y rencor?
El hecho es que a veces podemos justificar una mentira con tal de mantener un vínculo positivo. Es decir, «prefiero que me mientas a que seas cruel conmigo», o también puede ser, «En esta ocasión prefiero que mantengas una actitud de falsedad, a que me hieras diciéndome las verdades de las que yo mismo me avergüenzo».
Nos gusta que nos hablen con la verdad, ¡es indiscutible!, pero siempre y cuando sea para generar una crítica positiva hacia nuestra persona.
Muchos pueden decir: «A mí me gusta que sean totalmente honestos conmigo», de hecho, yo lo digo, ya que realmente aprecio muchísimo la sinceridad y los efectos que suele tener en mi evolución. Pero no puedo evitar sentir el dolor que me genera cuando me dicen una verdad que me hace ver a mí misma, las partes negativas, feas, de mi persona. Sé que hay muchas personas que se sentirán en la misma dirección que yo cuando hablamos de este tema. Otro aspecto, es que muchas veces ocurre que no vemos nuestro «lado malo» hasta que no recibimos una crítica al respecto.
El tema es cómo REACCIONAMOS a este dolor. Uno suele actuar de una manera bastante particular en estas situaciones. Parece que es parte del instinto humano mostrarse a la defensiva, en primera instancia. Intentar defenderse, justificarse e incluso muchas veces, contra atacar. Actitudes que generalmente, convierten lo que sería una conversación sincera y de potencial crecimiento, en una guerra donde ninguna de las dos partes gana.
Como consecuencia, se ha vuelto tendencia el evitar llegar a estos conflictos, dado que la línea entre sinceridad y sincericidio en bastante delgada. Y con tal de evitar ciertos choques, uno puede evitar querer hablar, o escuchar.
Pero tú… ¿Crees que en este sentido es correcto tapar la verdad?
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